domingo, 20 de julio de 2008

En la inauguración del Festival de Rio

Es momento de pensar, ¿verdad jefe? Momento para soltar todo el aire escondido en mis pulmones.
Exhalo una calada de suaves ritmos de tambores y recuerdo pequeños cuentos cantados a ritmo de samba latiendo en algún lugar de mí. Creo que no he podido elegir mejor momento para escribirlos. Ahora sí, puedo sentirlos.

Arropados por la fina arena de la playa inhalamos bocanadas de aire latino. Sabe a olas, a mar intenso. También puedo saborear el crujiente polvo de la playa, que me acaricia, que se cuela en mis pulmones; sabe a infinidad de historias, algunas innarrables.
'No sueltes el aire, contenlo un poco más; ya tendrás tiempo de volver atrás.'
Sentados en la arena hablamos de vidas ajenas, de cuentos inconclusos, de felicidad, del fuerte olor que nos rodea. Mientras puedo escuchar, de fondo, cómo la luna, roja como sólo ella sabe estar baila y chapotea jugando con las olas, mojando sus delicados dedos y haciendo círculos infinitos.
Y al otro lado del oscuro océano consigo avistar, con ayuda de un lince mi otra vida, mi otra casa, lo que he dejado atrás. Tranquilo jefe, volveremos a vernos. Pero ahora no.




Ahora tengo que volar entre mis sueños, sentir nuevas amistades y bailar al compás de ritmos latinos. Y es que quién me diría, hace un año, que podría estar una noche como esta aquí, con dos colegas, compartiendo pensamientos y contando estrellas, como si el firmamento fuese lo suficiente pequeño como para atraparlo entre mis manos. Seguro que alguna pequeña estrellita logra escaparse, es imposible cogerlas todas.
Aquí la noche es larga, como nunca, como siempre; el mar se calienta más aún cuando le acaricia la luna descansando de un largo día azul. Me quedaría aquí, contando estrellas, toda la noche si fuese necesario. Pero no hay tiempo de cogerlas a todas. A tí, linda y blanca chiquitita, a tí te cogeré mañana.



Arropo la noche, pues esta vez soy yo quien le debe una grata compañía. A cambio me ofrece sabores intensos, colores llenos de sensualidad que me acarician como suaves plumas voladoras, delicadas caderas que siempre, siempre, consiguen envenenarme y hacerme caer en un sueño profundo de fantasía.
Y con el veneno en la sangre, son ahora mis pies los que danzan al compás del 'chocalo' que suena dentro de mi cabeza.

Quien no huela estos sabores tropicales sin duda no podrá saber de qué estoy hablando. Hay que sentirlo, hay que vivirlo. Acariciar cada centímetro de aire que roza mi piel y notar que puede mecerme, llevarme flotando al origen de todo. Una bocanada de aire, ése es el origen, intenso como el sabor de la marihuana, de origen latino y siempre sensual, que guardo en mis pulmones esperando el instante de soltarlo, de volver a empezar. Queda poco.

Amanece y de nuevo en la playa me despido de la luna, y de tí, pequeña estrellita, ya conseguiré atraparte. Ahora ya puedo dejar escapar el aire.
Sí, creo que ahora es el momento.





Es momento de pensar.


Dedicado a todos aquellos que, en mayor o menor medida, os acordéis de mi (yo también de vosotros), porque sois los jefes que han dictado mi felicidad. Un abrazo